domingo, 27 de marzo de 2011

Rompecabezas culinarios

Cada vez que me cuestiono, cómo es posible que alguien que no cocinaba nada y estaba en formación para ser una Dra, se decidió por la Gastronomía y hacer de su vida el cocinar para otros; se me aparecen nuevas respuestas.

Una de ellas es mi amor absoluto por los rompecabezas. Soy la típica tetaza que ama hacer rompecabezas, jugar juegos que los incluyan, encontrar pistas, y pura jalada de ese estilo. LO AMO! Carajo, si amo acomodar los platos y demás trastes sucios para lavarlos, no hay cuestionamiento de que ame acomodar piezas.

Cocinar para mí, es una manera de armar rompecabezas. Uno empieza con la idea, o sea la imagen. Sigue con el voltear las piezas y acomodarlas por órden, los colores similares, los que tienen bordes de un ladito, pa empezar a hacer el marco....

Pasa lo mismo, en la cocina se hace el mise en place, que es... acomodar todo: lavar, pelar, cortar... todo listo para darle el siguiente paso. Luego viene ya el armado.... uno empieza con el marco, pa darle contención a este asunto y no empezar de la nada. Igual con la comida... empieza uno con lo más tardado, las verduras que más tiempo tardan en cocerse, van al fuego primero; así va moviéndose uno en la cocina, aprendiendo de los tiempos de las cosas. Hasta que está todo a su tiempo y momento, igual el rompecabecitas... acaba uno el marco y se sigue.... Terminamos la cocinada, felices, pues planeamos una entrada, un fuerte y un postre, o tal vez hasta una sopa se nos juntó, una ensalada, la guarnición... la combinación es infinita... todo se va a armando en la cabeza del armador; que en este caso es el cocinero. A los amores, los amigos, la familia y sobre todo, a uno mismo... hay que darle su debido tiempo de cocción. Ni antes, ni después...

Yo soy de enamoramiento lento, pero seguro... soy como un tubérculo.Tal vez por eso amo con pasión las papas. La cocción es lenta, se inicia desde agua fría, pero cuando uno está listo,el otro se da cuenta... se nos abre el corazón y se ve tanto, que hasta se nos cae la cáscara... nos volvemos suaves y todo el sabor del almidón está expuesto.. agregue condimentos y listo.

Esas son mis piezas...

Así es la cocina.. a darle tiempo, paciencia, amor, acomodar todo para empezar seguros y listos y luego... disfrutar con los demás de lo que hicimos, sea un hermosísimo rompecabezas con un Klimt, como en mi cas@ o de una gran cocina para los demás y pa uno mismo.

A armar rompecabezas culinarios... cocinar a diferencia de los rompecabezas complejos es PARA TODAS LAS EDADES.

Y si te comes las piezas, qué mejor, para eso son.

miércoles, 23 de marzo de 2011

El amor en la cocina, o cocinando el amor

El amor se parece mucho a la cocina....
  • El punto es lograr que la suma de todo combine y funcione.
  • El amor también es perecedero como los alimentos.
  • Te pasas de condimentos y la cosa se jode.
  • Estás de jeta y todo se va al carambas.
  • Demasiado empalague y las cosas tampoco son buenas.
  • Te apresuras y todo se acaba de volada.
  • No hay que ir con prisas o las cosas no saben igual.
  • Hay que ser aventurero y abierto al cambio, o siempre probaremos las mismas cosas.
  • Todo con un poquito de vino mejora, con demasiado ni te sabe.
  • Un olor o un sabor, te remontan a alguna historia pasada.
  • Sin postre, la cosa no sabe tan bien.
  • No hay que gastar mucho, para pasarla a gusto.
  • Todo sabe mejor en compañía de alguien.
  • No hay que contar calorías ni cobrar deudas pasadas.

Por último..

  • Los sabores, como el amor.. mientras más puro.. mejor ;)

Hay algo que se te ocurra a ti?

sábado, 19 de marzo de 2011

de lo último

Creo que nadie está listo para "los últimos"...
Hace rato, estaba pensando en mis últimos momentos de cosas particulares. Todo esto, porque el día de ayer, renuncié a mi primer trabajo de "oficina" relacionado con la comida, pero no con la cocina en sí. Quién me hubiera dicho, que esta semana que termina, hubiera sido la "última". Si alguien me hubiera dicho que así sería, ¿algo habría sido diferente?. No lo sé.
Eso me lleva a cosas más significativas que el "último día de trabajo"; el cual fue una experiencia horrenda y por ello renuncié.
Pero qué hubiera pasado, si alguien me hubiera platicado que esa cena iba a ser la última juntos... habría pedido ese horrible postre de mango y le hubiera dicho que sí me gustaba ese feo restaurante que él catalogaba, como de precio justo y buena comida... Diferí totalmente de ambas percepciones. La comida era tan mala, que el precio me parecía injusto. El aire acondicionado falló y mi bufanda se empapó del agua que se había condensado.
O qué hubiera hecho diferente, si esa cena en el Fiesole, iba a ser la última con ese otro... ¿le hubiera sostenido la mano durante toda la cena como pasó?, lo hubiera dejado hablar como lo hice, o habría descendido de su coche antes de tener nuestra "última conversación".
No sé si estoy lista para muchos últimos.
Mi último beso con él, cuando nos despedimos, diciéndome que yo exigía demasiado de él y que no podía vivir a la imagen del hombre que yo tenía en mente; un 30 de abril, de hace ya muchos años atrás.
Esa última vez en el cine, esa última caricia en el pelo, esa última pelea, esa última vez donde cerré los ojos y me pegué a su cuello.
Esa última memoria de su olor, de su voz.... la última llamada telefónica.
Qué habría mejorado o empeorado, si hubiera sabido que esa última conversación que tuvimos, cuando me dijo aquél, que había cortado con su novia, para luego volver con ella pocos días después, yo viajando ilusionada que a mi regreso estaríamos juntos. nunca pasó y terminé devastada.
En cada relación que he tenido, hay un poco de muerte... siempre hay un último; cuando alguno de los hombres que he amado en mi vida, se va, me deja ese agujero irreparable, que no me permite llenarlo con nada, salvo con las cenizas de lo que fuimos juntos.
Es entonces que cada uno de nosotros es una pequeña urna, un pequeño cementerio. cargamos los restos de lo que un día fuimos con alguien, con algo, con uno mismo... pero eso es la vida, creo yo. Tener las cenizas dentro, para recordarnos que cada día puede ser el último y que por ende hay que vivirlo como el primero.
Creo.