Te despiertas un día en la madrugada, te desconectas unos minutos de ese sueño absurdo que no recordarás por la mañana, le echas una mirada a tu celular y no hay ningún mensaje. Lo piensas, te piensas, te duele, lo extrañas tanto que lloras. Minutos después, te giras para volverte a dormir.
Te despiertas un día por la mañana, le ganaste a la alarma por cinco minutos. Tomas tu celular y observas que no ha llamado. Te piensas, lo piensas, se acaba el instante. Te metes a bañar. Te duele un poco.
Vas camino a casa luego de un día de trabajo aburrido y ya casi a punto de llegar, recuerdas esas llamadas de horas en el tráfico; el tiempo corría rápido con su voz del otro lado del teléfono. Pero no hay nada. Ya no te llama ni lo llamas. Te pensará?, lo pensaste unos segundos. Abriste la puerta de tu casa y entraste como si nada hubiera pasado.
Estás en un restaurante, tomando el vinito que descubriste a su lado. Te dan la mesa en la que se sentaron alguna vez. Te cuestionas por segundos, por qué recuerdas la mesa? te acuerdas que estuviste sentada con él. Fracciones de segundo. Sigues masticando la comida y le das un sorbo al vino que piensas es tu favorito desde siempre. Ya no es SU vino, es tuyo.
Estás en tu casa, viendo su película favorita y no te acuerdas de verdad, que era su película favorita. La quitas a los pocos minutos, porque recuerdas que la viste, pero no cuándo ni con quién.
Despiertas un día, luego de recordar un maravilloso sueño. te metes a bañar, vas a medio camino al trabajo y volteas a ver tu celular. Hay una llamada suya. Te sacas de onda, pero decides no marcarle. Ves la hora, madrugada. Si quiere llamar, que intente de nuevo.
Estás con tus amigas, tomándote un martini, contando sobre el día, escuchando días ajenos.
Te llega un mensaje. ¿Cómo estás?. Tanto tiempo y esas son sus palabras. Tus amigas te dicen que no le contestes. Lo haces ya que no estás con ellas. Bien, ¿y tú?. Eso desata una serie de mensajes que se convierten en una cena programada.
Cenan. Hablan. Se desconocen. Te aburres. Lo bajas del pedestal. Llegas a casa. TE EXTRAÑÉ dice el mensaje. Dudas. GRACIAS respondes. Se acabó. Nada más que decirle. Nada más que sentir.
Sólo una cosa. FELICIDAD. Un adiós anunciado lentamente, ha llegado a tu vida. Respiras, suspiras. Ya NO te duele. Ya NO te importa.
El que sigue entonces...
" No tengo miedo"
Hace 7 años.