miércoles, 20 de julio de 2011

NY parte dos (o mil)

Estoy recuperándome de NY, volví hace poco más de un mes y lo que me causó está gestándose todavía. el corazón que llevaba puesto cuando aterricé, es uno diferente al que tenía cuando volví.
Que complicada se vuelve la vida de uno cuando el corazón se rompe por otras cosas y hay que pegarlo con lo poco que a uno le queda. En que momento a uno le queda poco... En el momento en que no produce mucho, supongo yo.
Los silencios neoyorquinos fueron los que más me dijeron. Me hablaron de mi futuro laboral, de mis esperanzas y me dijeron que dejara de esperar lo que no vendría.
Uno le agradece a los lugares el ponernos en cintura, el decirnos al oído, lo que nadie quiere contarnos.
NY me agradeció el cambio de vida, la pasión por mi carrera, el futuro que imagino. Alas neoyorquinas pa vivir la vida. Aterrizaje forzoso en otros rubros. Un corazón recubierto del acero de sus rascacielos.
NY me regaló el perdonarte a ti, a él y a mi persona. Los paseos en el parque, los museos y las calles me recordaban cosas lindas y cosas tristes.
El amor cobró un nuevo sentido y perdió el que esperaba. Pero al final, uno tiene lo que merece.
Yo tengo la cocina, creo que eso es lo que me toca, quisiera pedir un poquito más, pero creo que ya es gula.
Cada vez que cocine o cree algo, no pensaré en lo que ya no tengo, si no en lo que viene con ello. Llenando de argamasa un corazón que es vacío, que es cicatriz, que es vestigio.

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