domingo, 4 de septiembre de 2016

Días 4 y 5

Día 4:
Otra vez desperté con mucho dolor en todo el cuerpo, sigo con tos de tísico y estoy exhausta.

Metí varias ramitas de bróculi con aceite de oliva y flor de sal de Colima que me trajeron Memo y Tania en su último viaje a la Cervecería de Colima.

Estaba triste y me puse a hornear. Hice un panqué de plátano. Me puse a pensar en el futuro mientras lavaba los platos y me pegó la incertidumbre. No sé qué siga con la vida. 2016 me ha enseñado que el plan es no tener ninguno y adaptarse a lo que viene.

Empecé a ver la serie de The Returned. Casi la terminé. Chupé la espátula con la que hice el betún y creo que la cocoa hizo que no pudiera dormirme hasta las 3 am.

Vi el Libro de la Selva, la de humanos y computadoras.. me encantó y me puso de buenas.

Día 5:

Fue la fiesta de Emilio, el tema fue Lego. en el camino al salón tuve muchas náuseas y sentía como si me hubieran sacado el alma del cuerpo. No pude contar las lágrimas y me eché a llorar... luego me aguanté el dolor y el asco y todo y traté de adaptarme al espacio. La vida pasa muy rápido. Emilio tiene 8 años ya y es enorme y brillante.
Solté un par de carcajadas, me comí un chicle de esos de uva que pierden el sabor en dos minutos pero hacen unas burbujas gigantescas.

El pastel de cumpleaños fue de zanahoria y estaba muy bueno.

Planeamos lo que faltaba del viaje a Italia de noviembre. Cené tacos y escuché a Mozart antes de dormirme. Luego me di cuenta que no podía dormir y me desperté a escribir esto.

Saqué la basura y tomé la computadora. Estoy cansada. Espero que la vida no sea esto nomás, un cansancio constante y un esperar que despiertes sintiéndote mejor.

Pasé 30 minutos repartiendo los 827 millones del Melate que habían de premio. Me di cuenta que no tengo muchas aspiraciones económicas, de los 40 y pocos mdd que son,  repartiría 9 a mi gente querida, 12 para el fisco (no por gusto) y 2 para mí, el resto los ahorraría y viviría de intereses. Me compraría una casa grande con un huerto y una pantalla grande para un karaoke y ver Netflix, además de una cocina gigantesca, compraría una casita en San Sebastián para ver el mar del norte de España, me quedaría con mi coche, no compraría más zapatos, solamente un par de bolsas y me iría de viaje a Madrid a comprar libros y tal vez a Nueva York a sentarme al Met a ver gente pasar.
Nunca me ganaré el Melate, pero creo que las aspiraciones que hay no están tan alejadas de lo que puedo tener algún día.. tal vez la pantalla tipo cine para el karaoke no suceda, pero la vida no es perfecta.





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