lunes, 18 de mayo de 2009

Chau número tres... o de un mutis obligado...

No era ni mi abuelo, ni mi tío, ni mi padre.. no platicamos como amigos, ni mi maestro fue...
Pero la primera novela y el primer poema que leí, los había creado él...
Me enamoré de Martín Santomé, un cincuentón ordinario, extraordinariamente maravilloso...
Me enamoré del amor, del desamor, de la vida, de la tristeza, de él..
Me acompañó viendo a Grandinetti, leyendo corazón coraza en alemán...
Me llevó de la mano por el mundo de la lectura y me ayudó a conocer a otros....
Gracias por todo lo que dejaste...

Chau número tres
Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.
Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro.
Te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota.
Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía.
Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.
Estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.
Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra.
Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen.
Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.
M.Benedetti
Gracias Mario, porque tu poesía, ahora la escuchará Dios... gracias por enseñarme que las letras son y serán siempre... más que letras..

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